Tuesday, March 13, 2007


Era de esperar. Cuando alguien agita los vientos, provoca tempestades y aunque sea lamentable no resulta extraño que el acto de recuerdo del 11-M y la inauguración del monumento a las victimas, se convirtiera en un ejercicio de enfrentamiento entre algunos de los ciudadanos que acudieron, en teoría, a rendir homenaje a los 192 muertos. Zapatero y Rajoy se dieron la mano ¡Qué menos!, pero apenas se miraron a la cara y menos intentaron lanzar a un mensaje de mínimo consenso. ¡Aquí no hay muertos que valgan si se trata de agitar las miserias partidistas! La tensión política que nació el 11-M se está convirtiendo en un caballo desbocado al que la irresponsabilidad de los dos grandes partidos no tienen intención de poner freno.

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